Para
el desarrollo del siguiente trabajo se articula el tema enseñanza-aprendizaje con TIC con los ejes
temáticos docentes y alumnos que son parte esencial dentro del complejo
proceso de enseñar y aprender.
PREGUNTA
Uno
de los temas más polémicos en las escuelas es el uso de los celulares por los
estudiantes en clase.
A
continuación se expone una situación que me compartió un colega (docente
colombiano), caso que se presenta
constantemente en sus clases:
Uso de celulares por los estudiantes en las clases:
Al iniciar la clase acuerdo con los
estudiantes que deben permanecer con los celulares con el volumen bajo o
apagado. Luego tomo la iniciativa y procedo a apagar mi celular. Sin embargo, los
estudiantes permanecen con los equipos encendidos durante la cursada y en la mayoría de los casos con el volumen alto.
Se
les llama la atención y no lo apagan ni lo guardan. Argumentan que lo necesitan encendido porque están esperando una llamada importante de
la empresa donde trabajan o de la casa porque tienen un problema familiar. Pero
la realidad es otra, en la mayoría de
los casos es usado en internet (redes
sociales facebook, twitter, Messenger), sin prestar atención a la explicación que
se está dando en el momento y el
resultado de esto se ve reflejado en los exámenes: notas bajas, respuestas fuera
de contexto como si no hubieran asistido a clase en todo el año.
En
este sentido, es notoria la carencia de la comprensión, la comunicación y la
interpretación de textos, ya que el estudiante demuestra poca habilidad para
expresarse en público, poco interés por la lectura y de ello se derivan
problemas como la mala entonación, la
mala ortografía y una mínima creatividad literaria.
Luego digo: como ya conocemos las
normas, no hay problema. Alumno que tenga el celular encendido sin una razón
justificada, tiene uno en la clase de hoy sin recuperación. Ya no somos chicos,
la idea no es que se genere malestar en la clase y debemos permitir que quienes
realmente vinieron a estudiar lo puedan hacer, y a quienes no les interese la
clase se pueden retirar. Aquí no se vino a pelear con nadie, vinimos fue a
estudiar.
Dicho esto transcurren unos cuantos minutos
y comienzo a ver los chicos concentrados en el celular enviando mensajes, es
así como, tomo las medidas ya acordadas
y pongo uno como nota de clase no recuperable .
Quien recibe esta nota por no cumplir las normas acordadas previamente, dice: “Profe como así, no ve que yo le estaba
prestando atención. Me extraña…” En ocasiones usan un tono amenazante con
la intensión de intimidar, pero muestro seguridad en lo que hago para no perder la autoridad en el grupo,
haciendo cumplir las normas mínimas para el adecuado desarrollo de la
clase.
Propuesta
para solucionar la pregunta formulada:
“En
los 80, fue la PC; en los 90. Internet. Hoy, la revolución es el móvil: así
resume Howard Rheingold[1] la
evolución de las nuevas tecnologías en las últimas décadas. Y observa que, en
torno a estas, se han desarrollado organizaciones colectivas espontáneas,
virtuales, inteligentes; y nuevos usos de las tecnologías liderados en la
mayoría de los casos por los usuarios más jóvenes. Basta con ver el uso masivo que
los nativos digitales hacen de los mensajes de textos, para distintos fines”[2].
En
los últimos años, los educadores han sido espectadores pasivos de los cambios
que se vienen impulsando en las instituciones con el fin de generar los ajustes
necesarios para responder a las demandas de un modelo de desarrollo económico
cuyo principal objetivo es el de garantizar las dinámicas de la globalización y
el modelo de desarrollo neoliberal debilitando los derechos sociales,
económicos, culturales y ambientales de los pueblos del mundo, aumentando la
violación de la dignidad humana y el empobrecimiento cada vez mayor de los
países dependientes. Además se busca incrustar la lógica del mercado en todos
los campos de la vida social; impidiendo así que la escuela cree las
condiciones que permitan mejorar la calidad de vida de los niños, las niñas y
los jóvenes, es decir, desarrollo humano en todas sus dimensiones.
Desde
esta perspectiva, cabe afirmar que la escuela está obligada a articular
proyectos pedagógicos orientados a formar integralmente al estudiante; a lograr
que sea un espacio donde se reconoce al alumno como sujeto de derechos y
deberes, se forme en el ejercicio de la ciudadanía con autonomía en el contexto
de una cultura local, nacional y global con sentido de pertenencia a un mundo y
a la humanidad. Es decir, que el desarrollo curricular y las dinámicas
escolares tengan como principios orientadores los intereses y demandas de los
estudiantes en sus condiciones cognitivas, socio-afectivas y físicas; y así brindarles
la posibilidad de llegar al conocimiento, desarrollar sus actitudes y sus
aptitudes sociales, éticas, científicas, su uso y aplicación; promoviendo el
desarrollo individual y social, para mejorar su calidad de vida, superar la
exclusión, la discriminación, la inequidad social y la pobreza mediante el
desarrollo de modelos alternativos de estructuración social.
La autoridad del
maestro, condición necesaria del aprendizaje, no existe como cualidad innata de
un individuo, sino que se expresa en una relación. Para decirlo con otras
palabras, se trata de una construcción permanente en la que intervienen los dos
términos del vínculo el docente y sus alumnos, y que varía según los contextos
y las épocas.
Es así como, Silvia Duschatzky y Cristina Correa, sostienen que: “No cabe ninguna duda
de que los chicos de antes eran diferentes. Antes se dejaban educar, instituir,
moldear por la institución escolar y no así los de ahora. El respeto por la
autoridad , la disponibilidad para la obediencia, la sumisión, el deseo del progreso,
la capacidad de adquirii normas básicas de interaccion social , cosntituian la
matriz básica de la educabilidad sobre la que la escuela no solo intervenía
para ejercer su tarea formadora, sino que ella misma fundaba en colaboración
solidaria con la familia. Los chicos de ahora no solo expresan la ausencia de
esa matriz básica, no solo una fuerte resistencia a dejarse moldear por esa
matriz; también son la expresión de la incomunicación profunda entre la escuela y la familia en condiciones de
disolución estatal” [3].
En este sentido la
autoridad del maestro juega un papel primordial en la formación del educando. Algunos consiguen mas
reconocimiento, credibilidad y aceptación que otros, y en muchos casos podría
decirse que mientras muchos poseen el
don de hacer ver y hacer creer otros ni siquiera logran ser escuchados por los
alumnos. Al respecto la sociología
clásica plantea que la legitimidad del
docente surge de dos fuentes. Una es personal y depende de características
particulares del individuo, que sin embargo se “activan” cuando son percibidas
y reconocidas como tales por otros sujetos en una relación social. Más
precisamente, debería decirse que, en determinadas circunstancias, ciertos
individuos están predispuestos a creer y confiar en ciertas cualidades de otros
como la edad, preparación académica (títulos obtenidos). No obstante, lo que
está en juego es una creencia y no un dato natural. De hecho, en algunos
contextos “ser viejo” es un descrédito
para quienes asocian la edad avanzada a la “obsolescencia” o el “atraso”,
cuando no a la pura y simple inutilidad.[4]
En
este sentido, los nuevos desarrollos en la educación han traído la necesidad urgente de revisar y
replantear en las instituciones educativas, las prácticas docentes que
históricamente han manejado, (Escuela tradicional vs
escuela nueva)[5] , haciendo
posible que desde la misma educación se
pueda considerar la formación de un ser humano en todas sus dimensiones, donde
lo cognitivo no sea la única base a tener en cuenta, sino también viabilizar
una formación que trascienda lo meramente informativo y propicie una formación
integral; donde la ciencia y la tecnología incidan en la calidad de vida para
todos posibilitando el acceso cultural, ético y estético preservando sus
propias experiencias, valores y el aprecio de su entorno.
Es
importante aclarar que el proceso formativo tiene que estar articulado a una
intención específica y clara del tipo de hombre que se quiere formar y el punto
de partida para esto es la interacción entre el sujeto o sea la persona que le
corresponde formar (docente) y el objeto, es decir, la persona que será formada
(alumno). Sin embargo, para lograr esta interacción no basta con suministrar
información y realizar algunos ejercicios para memorizarla. Se requiere que el
alumno procese esa información, la manipule, construya algo con ella y la
aplique a la solución de un problema o a cualquier otro propósito, y para ello,
el educador debe estar en capacidad de ayudarlo a observar, proponer y hacer
tomar conciencia de sus procesos; puesto que se trata de “Interpretar la
situación de enseñanza- aprendizaje como un contexto compartido, que constituya
a que el alumno se sienta a la vez como un interlocutor interesante y con la
seguridad que da saber que otro más experto está ahí para ayudar, para enseñar
a llegar donde todavía no se puede solo.
De
ahí que la transformación que se busca del
sistema educativo y específicamente del rol docente es más metodológica que
tecnológica donde el papel orientador del maestro esté fundamentado en métodos
y didácticas activas con la integración de las tecnologías de la información y
la comunicación TIC en el proceso de
enseñanza - aprendizaje, haciendo que estas se conviertan en una herramienta
útil y no en un enemigo del proceso educativo. De esta forma, el
perfeccionamiento curricular está directamente relacionado con el mejoramiento
del proceso enseñanza-aprendizaje, dirigido a estimular la independencia
intelectual del estudiante para ser un partícipe activo de su proceso de
formación y permita un desarrollo cognitivo de alto nivel requerido para
impulsar su capacidad para aprender a aprender.
En el diario clarín el 10 de julio del
año 2013 fue publicado un artículo titulado “Cuando los celulares son aliados
del aprendizaje”. Y relata la experiencia de la docente Ana María Sánchez,
quien en la escuela Nuestra Señora de Lujan, ubicada en Lomas de Zamora se atrevió
a enfrentar posturas como “el celular
distrae”, “la tecnología desconcentra a
los estudiantes”, realizando una propuesta[6]
innovadora y llevándola a cabo en esta institución.
¿Es posible aprovechar los teléfonos móviles como
herramientas al servicio de la educación?Clarín
Educación abrió el
debate con la nota “Cuando los celulares son aliados del
aprendizaje”. Allí se contaba la experiencia deAna
María Sánchez,
docente de Arte y Plástica Visual en el Colegio
Nuestra Señora de Luján, de Lomas de Zamora, cuyos alumnos utilizan
los celulares en clase para fotografiar obras de arte, intervenir imágenes,
diseñar afiches y otras actividades creativas. A partir de esa historia, varios
lectores escribieron para dar su opinión sobre el vínculo entre nuevas
tecnologías y enseñanza. Ana María también se sumó al debate en las redes
sociales y respondió los comentarios.
“Los chicos tienen otras formas de socializarse, utilizan los celulares para comunicarse o jugar. ¿Por qué no aprovechar entonces esta herramienta para que descubran que pueden hacer otras cosas con ella? Por ejemplo, entrevistas, fotografías, edición de videos educativos, afiches, diseño gráfico, animación, filmar el proceso de aprendizaje en un laboratorio durante la clase de Biología, etcétera. Son muchas las aplicaciones que pueden utilizar con la orientación de un docente, y los chicos desconocen ese potencial”, explicó Ana María.
Varios docentes resaltaron la importancia de incorporar la tecnología a la dinámica del aula, y compartieron sus propias experiencias. Stella Maris, profesora de Lengua, contó: “Hace años que permito a mis alumnos usar el celular para modificar su ortografía. La primera consigna es tener un diccionario enciclopédico en él y, ante la duda, ver el diccionario. Además, muchas veces envío archivos con material de lectura o biografías de escritores”.
A su mirada se sumó la de Graciela García, que también es docente Lengua y Literatura: “En mis clases de literatura les mando por mail a los alumnos textos que a veces no se consiguen y los leen desde los celulares, o les corrijo por Internet los trabajos hasta que solamente la versión final se imprime”. Graciela recomienda: “Son buenísimos los diccionarios y enciclopedias digitales”.
Victoria Larrosa, docente de Arte, también utiliza los teléfonos en sus clases: “Me parece súper importante y atractiva la propuesta de darles otra finalidad a los celulares. Yo trabajé todo un trimestre con fotografía (planos, posiciones de cámara, secuencia fotográfica, foto arte y foto documental), desde una mirada artística. Por más que uno como docente intente evadir la tecnología, esta está, existe dentro y fuera de la institución educativa y, si estamos formando futuros ciudadanos activos, creo que debemos prepararlos para que se inserten dentro de la sociedad, la cultura y la economía actual”.
Otra experiencia es la de Maru Duro, docente de Educación Artística Audiovisual en la Escuela Secundaria Nº 415 de Arroyo Seco, a 30 kilómetros de Rosario: “Con mis alumnos de tercer y cuarto año hacemos todos los años un taller de fotoperiodismo utilizando las cámaras de sus celulares y sus netbooks. Para eso llamamos a profesionales de la zona para que les den clases prácticas”. Luego las publican en la revista escolar, que se llama Eureka y se puede ver en Facebook. Maru aseguró que la tecnología es una gran motivadorapara los alumnos: “Yo dicto también Lengua y Literatura, y cada año me sorprende ver cómo alumnos que reprueban esta materia, realizan trabajos de excelencia y extrema creatividad en Audiovisual, gracias a la incorporación de elementos tecnológicos”.
Por otro lado, algunos comentarios cuestionaron la inclusión de las nuevas tecnologías en el aula. Por ejemplo, Ciro Torrente, de Acassuso, apuntó: “Lamento disentir con este tipo de enseñanza. Lo que vamos a lograr es una dependencia total del celular en nuestros hijos. Y no lo digo porque sea malo el uso 'controlado', sino porque la distracción con los aparatos va a llevar a que tengamos chicos peor educados. En el transporte público y por todos lados vemos a los jóvenes (y no tanto) embobados con el celular. Y no están estudiando”.
Una lectora, Mariana Cecilia Fidanza, respondió a esta opinión con una mirada crítica sobre el uso que los adultos hacen de estos dispositivos: “He visto adultos usar el celular mucho más que los adolescentes, en reuniones de padres, en citas con el médico, en el aula... Los adultos manejan vehículos hablando por celular y mandando mensajitos con total imprudencia, y acá ya no estamos hablando de usar el celular mientras se resuelven los ejercicios de matemática”. Para Mariana, muchas veces los chicos y adolescentes “respetan más las normas que los adultos”.
Otro lector, Lisandro Puig, se mostró escéptico con respecto al potencial pedagógico de los celulares: “La realidad es que los chicos utilizan el teléfono para chatear, Facebook, porno, etcétera. Y es normal que eso suceda, porque para los chicos es un juguete. Los chicos necesitan libros, no celulares. Una vez formados ya pueden incorporar más herramientas”. Para Lisandro, no tiene sentido “darles un smarthphone cuando no saben siquiera escribir sin faltas de ortografía”.
Desde otro punto de vista, Nicolás Perceq, estudiante en un instituto de formación docente, planteó una distinción generacional: “Yo cuento con la tecnología de mi lado prácticamente desde pequeño. Pero hay docentes que no son amigos de la tecnología, y esto desequilibra un poco el tema de enseñar”. Para aquellos docentes que son “inmigrantes” digitales, a quienes les cuesta más entrar en confianza con los nuevos dispositivos, Ana María Sánchez ofreció un consejo avalado por su propia experiencia: “Solo hay que animarse y correr los riesgos, tanto el docente como el equipo directivo. El temor paraliza y no nos deja poner en juego nuevas estrategias”. Y aclaró que, en el aula, “las reglas del juego las pone el docente, avalado por su equipo directivo”.
Fuente:http://www.clarin.com/educacion/Debaten-uso-celular-clase_0_961104200.html
Como se puede observar en esta
publicación, esta iniciativa de la docente genero controversia, recibiendo
comentarios tanto positivos como negativos. Pero logrando implementar un cambio
en su forma de enseñar para mejorar su praxis docente.
Con todo lo anterior concluyo que para solucionar
el interrogante planteado inicialmente: Pregunta general “Cómo hacer para que
las TIC se conviertan en un hábito docente dentro del proceso de enseñanza y
aprendizaje” y dentro de esta pregunta
general tratar puntualmente el “Uso de los celulares en el aula ó TIC en el
aula” es tomar como referente
metodológico la idea de la docente Ana María Sánchez, haciendo un uso eficiente del celular en
clase.
Teniendo en cuenta que es de uso masivo
y no representa una inversión para cambios en infraestructura y equipamiento,
que es uno de los principales obstáculos que presenta el sistema educativo colombiano cuando se
tienen propuestas de cambio, por la poca
inversión del estado en la educación.
En este dispositivo podemos manejar con
los chicos programas prácticos como:
q Una enciclopedia en el celular (diccionario).
Realizando ejercicios que impliquen la búsqueda y uso de términos para mejorar la ortografía.
q Foros
en clase. Discusiones, espacios participativos a través del dispositivo móvil.
En ellos cada integrante de la clase participa de forma activa. Planteando
preguntas a sus compañeros, y dando respuestas y opiniones a situaciones
planteadas. Con esta práctica se puede: Mejorar la expresión, habilidad para
pensar (porque se hace en tiempo real), trabajo grupal, resolución de problemas,
se comparten opiniones, puntos de vista, es un trabajo en grupo 100% activo y
participativo.
q Que
los estudiantes creen su blog, para que se acostumbren a escribir y compartir
sus publicaciones.
q Acceder al twitter, al faceboock para intercambiar
información con los compañeros, tanto en la clase como fuera de esta. Trabajos
grupales a través de estos aplicativos.
q Hacer
más dinámica la clase tomando fotos, videos y realizando producciones con este
material, referente al tema tratado en el
aula (síntesis de clase).
Todas estas son aplicaciones que los
chicos ya manejan con fines personales, lo disfrutan, forman parte de su
cotidianidad, y que se pueden aprovechar
con fines académicos para mejorar la
práctica educativa, facilitando el trabajo docente y siendo mucho más efectivo e interesante en el proceso formativo
del estudiante.
La educación necesita urgentemente emprender acciones pedagógicas
congruentes con las características de la sociedad de la información,
favoreciendo en primera instancia, el desarrollo de competencias comunicativas
y técnicas que potencializadas con las nuevas tecnologías, permitan a cada ser,
ampliar las fronteras de interacción humana
para enfrentar con éxito los retos que se le plantean en el siglo XXI.
[1] Es un crítico y ensayista estadounidense. Está especializado en las implicaciones culturales,
sociales y políticas de las nuevas tecnologías
de la información, como internet y la telefonía móvil.
[2] http://portal.educ.ar/debates/educacionytic/nuevos-alfabetismos/celulares-herramientas-para-el-aprendizaje.php
[3] DUSCHATZKY,
Silvia; CORREA, Cristina. Chicos en banda. Los caminos de la subjetividad en el
declive de las instituciones. Paidos. Buenos Aires .Pág. (86)
[4] Tenti Fanfani, E. Viejas y nuevas formas de
autoridad docente.Pág.5 .2009
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